¿Cómo dibujarías a una persona migrante? Con esta pregunta abrió la escritora y reportera de televisión, Lucía Mbomío, el tercer encuentro del XI Seminario de Comunicación Social y Cooperación Internacional. Aunque prefiere no ser catalogada como “activista”, su actualizado discurso tras años de lucha representa una referencia obligada en materia de afrodescendencia y medios de comunicación.

Las reflexiones de Lucía alimentaron un debate de más de cuatro horas con ejemplos puntuales del racismo sistémico que vive España y del que se hacen eco las noticias. Su fundamento inicial partió del tratamiento erróneo que se le da a la migración. “Cuando los medios tocan este tema no responden a las seis preguntas básicas que conforman una noticia. Desgraciadamente eluden el dónde y el quién, elementos fundamentales para darle cuerpo al problema y que dejen de ser solo números y estadísticas las personas que se arriesgan para llegar a Europa. Qué terrible que tengan que morir para salir en las noticias”.

La mayoría de las veces estas imágenes replicadas por los noticieros y que ocupan páginas en la prensa vienen a ratificar la llamada “pornomiseria”. Se habla de lograr una empatía por semejanza mostrando secuencias desgarradoras y morbosas, mientras los no sensibilizados con el tema se cansan de estas imágenes despersonalizadas y cuando menos, apartan la vista al problema.

Los participantes de la reunión constataron de primera mano el trasfondo racista de entrevistadores, comentaristas, fotógrafos, organizaciones; víctimas (o victimarios) del estigma “héroes/heroínas vs eternas víctimas”. Para la especialista el discurso de ir a ayudar a los pobres de África refuerza e ideal del blanco que da y negro que recibe. “Si tanto quieres ayudar ¿por qué no te acercas a una cola del hambre en España? Lo ideal es mostrar personas dignas, y no que inspiren compasión”, recalcó.

Las cifras compartidas en la cita desnudaron la gravedad del asunto. Más del 80 por ciento de las informaciones sobre migración no citan a fuentes migrantes, y la mitad ni siquiera usa la palabra persona. Otra vez una denotada despersonalización del inmigrante como figura desigual del hombre, una historia que se repite en bucle por generaciones y que algunos desentendidos se atreven a llamar “fenómeno reciente”.

“El error está en considerar a los migrantes huéspedes y no vecinos. Para que las personas negras salgan en los medios de comunicación tienen que ser héroes o deportistas, lo conocido como narrativa de la excepción. La mayoría de las veces los usan de anecdotarios y no como especialistas y fuentes que manejan datos. En el caso de las mujeres es mucho peor. No aparecen en los medios, a no ser que las vean en el rol de madres o víctimas de trata”.

Lucía tiene algo muy claro, y es que cuando habla de racismo siente pedirle a su audiencia que haga un acto de fe. Aun cuando muchos no reconozcan que existe racismo más allá de la violencia consabida, su labor pedagógica se disemina y hace cambios en sus interlocutores. Llegará el día en que muchas Lucías desmitifiquen el tópico de que todos los negros llegan en pateras, que todos los negros son africanos pobres y que todos los negros son recién llegados.