Con emoción, agradecido y entusiasmado por la charla que tenía por delante, Luis Miguel Domínguez, el reputado divulgador ambiental y creador de innumerables documentales, abrió la octava sesión del XI Seminario de Comunicación Social y Cooperación Internacional. Por delante tendríamos cuatro horas de medio ambiente, debate inspirador y comunicación en su más pura acepción.

“Yo soy un militante de la naturaleza, y a través de la comunicación, algo que me apasiona, ejerzo esa militancia”. Su fuerte compromiso, algo que le ha acompañado siempre, es el motivo principal que le ha llevado a enrolarse en numerosos proyectos, desde audiovisuales hasta de cooperación en favor de los cambios políticos que mejoren la vida de los animales. Uno de ellos, en marcha actualmente, es el del Lobo Marley, “un joven lobo radiomarcado llamado así por su largo pelo que murió acribillado a tiros en el Parque Nacional de los Picos de Europa, con el beneplácito de los funcionarios que lo gestionan”.

Desde la asociación velan por los derechos de los lobos, por su supervivencia y luchan contra el estigma que rodea a la especie, tenida en cuenta muchas veces como un problema para el ser humano. “La del lobo es una especie injustamente perseguida, que hasta hace pocos meses, en febrero, ha estado fuera de la protección gubernamental”. Pero muchas Comunidades Autónomas han estado en contra, como por ejemplo, sin ir más lejos, Galicia.

Domínguez, volviendo a la comunicación, dejó escapar que está trabajando en un nuevo proyecto, uno centrado en el Estrecho de Bering y en Alaska. Allí, según contó el ponente, las hienas manchadas amenazaban a aquellos primeros seres humanos que osaban atravesar el estrecho, cuando este se congelaba, para poblar el continente americano. “Muchos de aquellos que se aventuraron a cruzar fallecieron allí mismo, por los ataques de estos animales, hasta que el ser humano se hace acompañar por el lobo, solo así es capaz de protegerse”. Estos acontecimientos, que va dibujando el ponente con sus palabras, “unió al homo sapiens y al canis lupus, en un pacto sagrado que acabaría en una provechosa convivencia para ambos”. “El lobo se hace lobo cazando, si tiene la comida al alcance de su mano, se hace perro”.

El ponente denunció que, tras los ataques al lobo por parte de los ganaderos, existe una lógica científica. “Estamos ante una tierra que ha perdido a sus especies, hoy solo existen especies foráneas entre el ganado gallego. ¿Dónde están, por ejemplo, las vacas cachenas? A ellas los lobos ni se les acercan, saben que pueden salir con el espinazo roto o mutilados de por vida ante esos majestuosos cuernos que gastan los ejemplares de este animal autóctono de los campos gallegos”. 

Después de hacer una crítica al periodismo actual y las redes sociales, recordó los tiempos en los que se sentaba al lado de Iñaki Gabilondo, en Hoy por hoy, ante los micrófonos amarillos de la Cadena SER. “Nunca me puso ni una coma más, ni una menos: siempre me dijo que él, y todos los oyentes, simplemente me escucharían, a mi y al discurso que llevaba y llevo conmigo”. Domínguez tenía, en aquellos años, una ventana en el prime time radiofónico a nivel estatal, “pero hoy en día no existe una sección en ninguno de los grandes medios de comunicación que aborden el tema de la ecología, del medio ambiente; la han hecho desaparecer”.

“Humanizar las problemáticas es clave”, sentenció el ponente, para conseguir que la crónica medioambiental sea atractiva y vuelva así al debate público. “Rigor científico siempre en el fondo, pero también emoción en las formas, necesitamos ser emocionalmente potentes para llegar a la gente”. Lo ejemplificó Domínguez en la desaparición futura de la ciudad de Venecia por la subida del nivel del mar o en los incendios forestales tan comunes en Galicia “y que deben ser contados a través de historias humanas, no contando hectáreas quemadas en campos de fútbol, eso son cifras que se difuminan, no como el lenguaje de las personas”. Lo más importante, según señaló Luis Miguel Domínguez, es “entrar de un modo diferente a la información, con vuestra manera de observar”. 

Después de la charla, del discurso tan pausado como clarificador, llegaron las anécdotas de una carrera tan dilatada como la de nuestro ponente de hoy. Cuando fue preguntado por su peor experiencia en el mundo del trabajo, Domínguez sorprendió con una anécdota en Valencia, en el piso de un odontólogo que le permitió grabar desde su ventana unos estorninos. Nada extraño, en principio, hasta que el doctor le pidió que viera una presentación de “por lo menos, mil diapositivas” que había preparado para un congreso de estomatología: “me cogió de sorpresa, pero el doctor me dijo que quería que las viese porque yo, al ser director documentalista, algo sabría del asunto”. Eligió esa anécdota, pero contó otras, alguna de ellas en la Selva Amazónica, donde no estuvo lejos de la muerte cuando convivió con los peligrosos animales y con algunas tribus indígenas.

“A este país le falta amor, le faltan personas que hagan sus proyectos desde el corazón, con la pasión que eso conlleva”. Cerró así, con un colofón de aire fresco, su sesión Luis Miguel Domínguez. Inspirador desde el principio, emocionante hasta el final, el maestro dejó a través de una cercanía inigualable su huella en el Seminario de Comunicación Social y Cooperación Internacional, como si del lobo en su monte se tratase.