Calor, calor y más calor; desde la pista de aterrizaje de Nador, en la que había más gatos que aviones, hasta que nos metimos de vuelta en la aeronave en Tánger, con una capa más de moreno desde el punto en el que acaba la manga de la camiseta. Lo que sucedió en el tiempo entre esos dos vuelos fue algo inolvidable para todos los que lo vivimos; desde nuestra fiel escudera Uxía, que no se va a olvidar ni del making-off ni de las caras de agotamiento de Andrés, hasta nosotros, los tres “aprendices” que viajamos a Marruecos de la mano de Agareso y ACPP: Verónica, Fran y el de las caras raras, Andrés. Esperamos que tampoco se le olvide nunca el viaje a Antonio Grunfeld, nuestro guía-profe- director- compañero… El polifacético Antonio, dejémoslo así, sin cuyo apoyo estaríamos aún perdidos por Nador.

O equipo de AGARESO preparando a entrevista de Malicá Ben Amar no centro de formación de peluquería e estética de Asticude

Después de todos los preparativos y tras una larga espera entre aeropuertos, ya estábamos en Nador. La primera impresión puede que contrariara un poco a los recién llegados: esa mezcla entre la basura del suelo y los coches sin frenos marca un gran contraste con lo que acostumbra a ser Europa o, al menos, otras ciudades marroquíes. Las integrantes de ACPP nos abrieron las puertas de Asticude, la primera de las organizaciones con la que nos entrevistamos en la ciudad de los autos locos. Y desde ese momento formaron parte de nuestro equipo, quedándose, de alguna manera, siempre con nosotros aunque no estuvieran.

Abdeslam Obstaje, el presidente de Asticude, fue en todo momento muy amable y demostró tener más paciencia que nosotros con nuestra tascam, que en aquella primera entrevista no nos dio más que problemas. Pero la protagonista de Asticude era Bari Fatimatah. Aparentemente la limpiadora, su historia daba para un documental entero. A la mañana siguiente ya le teníamos plantada la cámara delante, en el establecimiento donde está haciendo las prácticas después de terminar una formación en peluquería que ha realizado gracias a un socio local de Asticude.

Potente, directa, enérgica… Y enfadada. Los sentimientos de Fatimatah salieron como una tormenta en el momento en el que Fran activó el video y Verónica lanzó la primera pregunta. Escapó de su país para salvar a su hija de la mutilación genital femenina, pero su vida en Nador tiene tantas luces como sombras. Su pareja, Koné Mohamed, sufre el odio de sus vecinos cada vez que llega a casa, con agresión física incluída. Con ella nos dimos cuenta del racismo que impera en la sociedad marroquí, aunque también vimos que existen oportunidades cuando hay interés en que las haya. Puro aprendizaje, una lección tanto de sociología como de lucha, de seguir escalando aunque la pared sea vertical. Un ejemplo de como la ayuda mutua hace crecer a las personas.

Fran Rodríguez gravando a Jamila Acherqui presidenta dunha cooperativa textil de mulleres nunha aldea do Rif, cerca de Berkane

Con un dibujo de la hija de Fatimatah, su motivo por el que luchar, salimos de Nador rumbo a Berkane. Nos esperaba un hombre que con los días acabó por convertirse en un “mítico”, tal como lo definió Andrés. El mítico Najib estaba en su iglesia, como si de un profeta se tratase, aunque no fuera ni cura ni cristiano. Con un hablar lento, muy didáctico e incluso cariñoso, Najib Bashiri nos guió por su proyecto y nos presentó a un montón de jóvenes subsaharianos participantes en él.

No es casualidad el sobrenombre que le puso nuestro compañero. En los días de Berkane, Najib iba a aparecer en las cooperativas de mujeres del rural, iba a comer con nosotros e incluso nos iba a contar historias populares de miedo durante nuestra estancia en aquella casa rural. No superaron a las de Fran, que ya desde Nador nos acostumbró al mundo esotérico de su Traspielas natal. En aquellas cooperativas a las que asistió Najib pudimos descubrir el Marruecos más oculto. El rural rifeño es duro, árido… Un lugar en el que si no hay colaboración y ayuda mutua parece difícil avanzar. Así pensaron las mujeres de la cooperativa del textil artesanal, que a través de su presidenta Jamila Achergui, nos explicaron como funciona este proyecto capaz de emancipar y empoderar a la mujer.

Fran Rodríguez fotografiando a unha señora cosendo, nunha cooperativa textil apoiada pola ONG “Homme et Environnement”, ás aforas de Berkane.

Berkane y su rural rico en experiencias y conocimiento quedaron atrás. Quedaban por delante nueve horas de coche, que se vieron interrumpidas por una ciudad que nada tenía que ver con Oriente: Alhucemas. Allí esperaba Mohamed El Andalossi, un perfecto conocedor del castellano para alivio del grupo. Ante la aparente majestuosidad de la ciudad (estaba el Rey de vacaciones en esos días), nuestro anfitrión puso el acento en los problemas de la bahía que rodea la localidad, así como en los pisos turísticos fruto de pelotazos inmobiliarios que servían para sacar mordidas a los mandatarios del gobierno local. La bahía, área de pesca de los marineros, estaba altamente amenazada. La falta de agua para el consumo, además de obligar a construir dos embalses en las inmediaciones, puso encima de la mesa la posibilidad de hacer una desalinizadora, que dejaría las aguas de la bahía con un porcentaje de sal mucho mayor que actualmente. Evidentemente, esto tendría consecuencias fatales para la pesca y para la vida marina. Aun con el zumo y las tostadas del desayuno entre las manos, el tema de conversación era ese.

Arrancó el coche después de comer unas sardinas en la playa de Alhucemas, de la que previamente disfrutamos. Un capricho de arena negra que, después del duro esfuerzo de Nador y Berkane, el grupo merecía. Con la vista en Tánger comenzamos la ruta con la música saltando entre Latinoamérica de Calle 13 y la Ostiá de Igmig. El Hotel de París, a nuestra llegada, era un templo del descanso con cuartos compartidos. Quedaban por delante cuatro días en Tánger.

Venían días que apuntaban más suaves, pues mucho del grueso del trabajo estaba hecho, pero no debíamos relajarnos. Aunque pudiésemos tener tiempo para pasear por la Medina o por la Kasbah, ni aun así parábamos: Fran compró la mitad de un puesto de especias, Verónica y Uxía sacaron el máster del regateo con un tendero que tenía una foto con Felipe González y Andrés desgastó los tenis para encontrar una camiseta del Tánger a buen precio entre las del Real Madrid y el Barcelona, que decoraban las esquinas de todas las tiendas.

Como acostumbramos a decir en Galicia, non todo vai ser festa. Nos esperaban días largos, pues además de las tres visitas que teníamos previstas necesitábamos vídeos de recurso. Nuestras amigas de ACPP disfrutaron haciéndonos rabiar con esto ya que, según decían, lo nuestro era obsesivo con la palabra “recursos”. Y no es que tengamos ninguna fijación con los recursos ni que digamos mucho recursos, pero es que los recursos son muy necesarios y sin recursos no hay documental, compañeras de ACPP.

Verónica Couto e Andrés Vázquez xunto a Fathiya Saidi, na UAF (Unión de Acción Feminista) de Tánxer

Las visitas comenzaron en la UAF, la Unión de Acción Feminista de Tánger. Ponen su foco sobre las mujeres y sobre todos los problemas que estas tengan, desde los de las empleadas del textil hasta los de las mujeres que sufrieron violencia machista, dotándolas de recursos materiales, de alternativas ocupacionales o de lo que precisen. La labor de las trabajadoras de la UAF consiste en ayudar también legalmente a las mujeres, además de apoyarlas psicológicamente. La portavoz de la asociación, Fathiya Saidi nos habló de temas clave para toda la sociedad pero desde la perspectiva de la mujer, como la situación en el rural o la educación en las escuelas. Una de las charlas más provechosas de toda nuestra estancia, sin menospreciar a las demás. Fatiya es una mujer de la que verdaderamente se puede y se debe aprender.

100% mamans representa otra de esas visitas por las que verdaderamente compensa coger el avión y cruzar el estrecho. Se trata de una asociación de madres solteras, uno de los colectivos más oprimidos de Marruecos. Desde el 2006 vienen dando soluciones a las madres y a sus hijos, con múltiples actuaciones; desde un techo hasta trabajo como cooperativistas, pasando en todo momento por lo más básico que buscan estas personas: compasión y confianza, para que nunca olviden que sus vidas valen como las demás y que tienen un futuro por delante.

Fran Rodríguez e Andrés Vazquez xunto a Boubker El Khamlichi, da organización sindical Atawassoul de Tánxer

La última gran experiencia la vivimos el día 8. El penúltimo, antes de dedicarnos a grabar recursos y visitar cooperativas durante la última jornada. Antonio ya nos había avisado de que ese día íbamos a compartir unas horas con Boubker El Khamlichi y los sindicalistas de Atawassoul, que llevan años luchando por el bienestar de los trabajadores de todos los sectores y en especial de los del textil. Encontramos a un hombre sabio, que dominaba un perfecto castellano. Nos habló de lo que quisimos, rodeado de sus compañeros. Estábamos delante de un ejemplo de lucha y de dignidad obrera, una persona que no se entiende sin sus ideales, que siempre llevó y siempre llevará por bandera, le pese a quien le pese.

Son muchas las situaciones que vivimos. El viaje fue nuestro, lo disfrutamos y lo sufrimos. Pero lo que todos teníamos claro cuando nos montamos en el avión para volver a cruzar el Estrecho era que los protagonistas no habíamos sido nosotros. Como invitados de lujo, pudimos ver para después contar la realidad de un país que, aunque esté geográficamente cerca, es un desconocido para muchos. No había guías mejores que nos pudieran acompañar, desde nuestro Antonio, un “profe” que pasó a ser un amigo, hasta las compañeras de ACPP, pasando por los Najib, Fatiya, Fatimatah o Boubker. Ellos, sus historias, son los verdaderos protagonistas.